Tienen que acceder a un plan de viviendas dignas que por unos años sean del estado y si pagan como corresponde pasen a su propiedad (para que no hagan subalquiler o subventa). Si las deterioran les tiene que caber la pena de los que deterioran propiedad del estado. El premio es que al cabo de 5 años podrían acceder a la escritura pasando la propiedad del estado al particular. Lo de los 5 años propiedad del estado viene bien por si le dan mal uso, se le puede asignar a otra persona que lo necesite. Este mecanismo tiene que ser muy controlado para eliminar punteros. Tienen que obligar que sus hijos vayan si o si a estudiar una carrera con salida laboral de lo contrario estarán en libertad de acción para lo que quieran pero tendrán que entregar la propiedad (durante esos 5 primeros años). La ley de educación es necesario que la modifiquen porque no sirve para nada, hizo el sistema más permisivo que antes y los preceptores parecen celadores pero de prisiones porque tienen que velar que los chicos "no se escapen" de la escuela, porque los padres se las agarran con los docentes si les pasa algo pero nunca asumen las responsabilidades que les competen. Si la ley de educación es así tampoco se va a poder obligar a los pibes de las villas a estudiar, con esta permisividad, por lo que es necesario si o si modificarla previamente a cualquier plan de inclusión. Inclusión no quiere decir que no aplazar al que no estudia es la "no discriminación" y "la tolerancia" sino una virtual y real INJUSTICIA. Justicia es darle a cada cual lo que se merece. Los cortes de calles y rutas es un capitulo aparte porque amén de afectar el derecho de circulación consagrado en la Constitución Nacional y cometer delito de sedición, daña incluso la efectividad de los servicios públicos de urgencia como ambulancias, bomberos, policía y defensa civil. Desafortunadamente no estamos en Alemania donde el servicio médico llega en helicóptero.
Imaginate esta situación en la Ciudad de Buenos Aires con un corte de calles:
Pánico en Alemania ante dos posibles casos de Ebola
Un cámara que viajó a Costa de Marfil se encuentra en estado crítico y uno de sus ayudantes está en observación
ANA ALONSO MONTES
Corresponsal
BONN.- Alarma vírica en Berlín. Dos médicos y cinco enfermeros ataviados como si fueran astronautas, con equipo de respiración autónomo incluido, atienden día y noche a Olaf Ullmann, el desafortunado cámara de 39 años que ingresó el domingo en la clínica Virchow de la capital alemana víctima de una misteriosa fiebre hemorrágica.
El temor a un estallido del Ebola, el más peligroso y contagioso de cuantos virus se conocen, se extiende desde entonces entre la población alemana. Ullmann, que había estado rodando un documental sobre animales en Costa de Marfil, entró ayer en estado crítico, según fuentes del hospital. Otra persona que había colaborado en el rodaje fue ingresada ayer en el hospital de Jena, en la región alemana de Turingia. Está en observación.
La alarma saltó cuando se supieron las condiciones en que está Ullmann, que poco después de regresar de Africa comenzó a mostrar síntomas alarmantes. El camarógrafo, cuya vida corre serio peligro de confirmarse que se trata del Ebola, sufre constantes hemorragias que le pueden haber afectado órganos vitales.
Sin sentido
En las últimas horas el cámara infectado ha perdido el sentido del tiempo y del espacio, y no puede articular palabra. «No puedo hacer nada por mi esposo. Sólo esperar y confiar en que salga adelante», explicó a las cámaras de televisión Cordula Ullmann, de 42 años, quien acompañaba a su esposo en la expedición africana. Tanto Cordula como la novia del otro afectado no han mostrado síntomas febriles, pero están siendo examinadas de cerca por los médicos. Los Ullmann tienen un hijo adolescente, también bajo observación.
Olaf Ullmann ya llegó a la clínica berlinesa con un proceso vírico que obligó a desalojar la sala 59, donde había 40 pacientes internados. Por precaución y por la gravedad del caso, el personal sanitario que atiende al cámara pernocta en el mismo hospital, según los datos a que ha tenido acceso el Bild Zeitung.
Mayor temor albergan a los resultados de los análisis que se darán a conocer hoy los enfermos y empleados del centro sanitario de Markendorf, en Francfort del Oder, donde Olaf Ullmann ingresó el domingo por la tarde en cuanto comenzó a sentirse en malas condiciones. En principio creyeron que se trataba de malaria, pero los médicos vieron que no reaccionaba a la medicación y comenzaba a tener problemas en el hígado y los riñones, de modo que ordenaron su traslado. «Fue como una película de terror. Llegó un helicóptero y sacaron al paciente completamente envuelto en un plástico dorado. Los médicos llevaban tapada la boca», comentó al Bild Sabine Renger, uno de los 1.000 pacientes que se encontraban en el centro de Markendorf cuando fue atendido el desafortunado cámara.
Uno de sus compañeros de sala, Daniel Biegrert, confiesa su preocupación. «Los médicos intentan calmarme, pero me he informado en Internet sobre la enfermedad y estoy intranquilo».
En su regreso de Costa de Marfil a Alemania, vía Zurich, Ullmann y su esposa coincidieron con cientos de personas. Embarcaron en Abidján en un Airbus de Swissair con casi 200 personas a bordo. En la sala de tránsito de Zurich estuvieron una hora y volaron hacia Berlín junto a otro centenar de pasajeros. Previamente esperaron en la sala de tránsitos una hora. En Berlín, a los Ullmann los recogió un amigo, que los llevó en coche hasta Francfort del Oder.
La compañía aérea Swissair ha facilitado a las autoridades sanitarias alemanas datos sobre los viajeros para hacer un seguimiento de quiénes viajaban más cerca de los Ullmann. Las autoridades sanitarias insisten en tranquilizar a la población, ya que el brote vírico estalló cuando el cámara ya estaba controlado.
A pesar de estos llamamientos a la calma, la prensa popular alemana se preguntaba: «¿Extenderán el virus todos aquellos con los que ha entrado en contacto el enfermo por Europa?».